Sembrar

mi siembraSembrar quizá no sea una actividad muy vistosa. En realidad nunca he visto a gente reunida alrededor de un sembrador para ver “cómo lo hace”. Un sembrador no es el ser más popular del planeta, no tienen club de fans o viaja por todo el mundo.

Sembrar no es una actividad glamurosa tampoco… hay tierra: te ensucias, hay sol: sudas, hay mucho trabajo! barbechas, levantas, te agachas, recoges, riegas. Sembrar exige condición y entrega.

Sembrar no es una actividad cómoda: hay que caminar mucho, agacharse, inclinarse, ensuciarse.

Sembrar no sea quizá tampoco la actividad económicamente más remunerada del mundo, muchos de los sembradores del mundo les pagan lo mínimo posible. Sembrar exige vocación, dedicación e interés.

Sembrar requiere fe. El sembrador cuando siembra no sabe el impacto de su actividad, quizá lo imagina pero nunca puede asegurar qué en realidad sucederá con su trabajo.

Una semilla puede convertirse en un árbol, grande, fuerte, bajo el cual muchos disfruten de una gran y fresca sombra y de sus deliciosos frutos.

Me siento identificada, esta es mi siembra.

Estos años de mi vida los estoy y estaré dedicando a sembrar.

Me estoy entregando a esta actividad de tiempo completo, estoy sembrando y cuidando mis plantitas.

Nadie quizá me verá, de hecho me he convertido prácticamente en un ser invisible, nadie sabe o sabrá lo que hago, no me admirarán, no me envidiarán, no querrán estar en mi lugar, no desearán mi sueldo porque no tengo uno, quizá elijan algo más “divertido, cómodo o remunerador" algo con beneficios rápidos y tangibles.

Elegí sembrar.

Estoy apostándole al futuro y a lo eterno.

Invierto, trabajo y me canso sembrando porque sé que las semillas que planto tienen una misión y un futuro eterno.

Barbecho, arranco hierbas, riego, abono, fertilizo, pongo cercos espanto animales, mato plagas, protejo la semilla, protejo mi siembra cada día. Oro, medito, pienso, observo, sonrío.

Si se vale confesarlo a veces me espino y lloro, a veces el sol, el aire, la tierra, los comentarios… me cansan, me agoto y siento que no puedo más. A veces pienso que es una labor que me queda grande, que no soy la más capacitada y que es una misión que exige más de lo que tengo para dar. Eso último es verdad, yo sólo puedo sembrar pero el crecimiento sólo lo da el Señor.

Sé que mi recompensa no será quizá tangible o visible a los demás, pero sí la disfrutarán también.

Imagino cómo al pasar de los años recordaré todo este trabajo, sudor, dedicación y tiempo en estos campos y respiro alegre al visualizarme contenta, feliz y satisfecha. No, no sé si yo alcanzaré a veré los resultados o sólo otros los disfrutarán, pero sabré que habrá valido la pena sembrar.

Al alzar mis ojos  veo árboles fuertes, frondosos con raíces profundas, veo cómo dan descanso a todo aquél que se coloca bajo su frondosa sombra, veo muchas personas que no sólo no sólo se deleitan al verlos, sino que también disfrutan sus frutos y son inspirados al respirar el aire que limpian con sus hojas.

Veo también cómo ellos mismos continuarán dando vida a más árboles. No sólo son algunos, no sólo son los míos, es un bosque entero. Un bosque, un pulmón de la ciudad, de la sociedad, del mundo.  Una esperanza para los futuros sembradores.

Si también eres un sembrador o una sembradora sé que este escrito tendrá totalmente sentido para ti pues comprenderás de lo que hablo.

Sigamos sembrando, Dios es el mejor sembrador, el mejor maestro, el mejor inversor, guía y capacitador que podamos tener.

1 comentario:

Puedes enviar tus comentarios a mi email

Related Posts with Thumbnails